¿Alguna vez has experimentado la sensación de inseguridad a tal grado que tienes que desistir de seguir adelante?
Los seres humanos vivimos constantemente en base a expectativas de lo que sucede a nuestro alrededor, y nuestro cuerpo y mente trabajan en conjunto para protegernos ante los riesgos que estas situaciones pueden traer consigo.
¿Recuerdas cuando tu mamá tomaba de tu mano antes de cruzar la calle? ¿O cuando tu papá te decía “anda con cuidado” antes de salir en bicicleta?
En nuestra vida diaria experimentamos riesgos en todo momento, los que buscamos atenuar dentro de lo posible para evitar que afecten nuestro bienestar. Por la misma razón vemos los pronósticos del tiempo para evitar mojarnos si es que llueve, nos hacemos exámenes médicos preventivos para tratar posibles enfermedades a tiempo, usamos elementos de protección al realizar deporte para evitar lesiones y así, una interminable lista de situaciones indeseables que intentamos eludir para protegernos.
Gran parte de los riesgos a los que estamos expuestos son inevitables, pero algunos de ellos sí podemos manejarlos mediante un seguro.
En términos sencillos, un seguro consiste en un contrato entre dos agentes: el asegurado (por ejemplo, una persona natural) y el asegurador (una compañía de seguros). Lo que busca el asegurado es reducir el riesgo de padecer alguna situación indeseable, mientras que el asegurador se compromete a compensarlo si es que esa situación indeseable llega a suceder.
El miedo a quedar cesantes, a las enfermedades o incluso de sufrir un accidente son algunos de los eventos más comunes que actualmente se aseguran mediante este tipo de contratos.
¿Cómo funciona? El asegurado debe pagar sumas periódicas de dinero al asegurador, de tal manera que, en caso de ocurrir el siniestro, el asegurado queda exento de los costos que esa situación acarrea y el asegurador se hace cargo de los gastos que implica.
Este producto no es algo nuevo. En la Edad Media ya había registros de su comercialización debido al desarrollo del comercio marítimo. Como puedes intuir, los barqueros también trataban de minimizar el riesgo de padecer algo indeseable, en su caso, naufragar.
¿Deja de existir el riesgo? Claramente no, solo es un traspaso del mismo. En otras palabras, una persona da dinero a cambio de protección, ya sea económica o material.
En Penta Vida actualmente ofrecemos dos categorías de seguros: Seguros de Vida y Seguros de Desgravamen.
El primero consiste en dejar, a quienes tú decidas, un monto de dinero en caso de fallecer, ya sea por enfermedad o accidente. Además, puedes optar por una modalidad innovadora denominada Seguro de Vida con Ahorro, la que consiste en un producto en el que puedes ahorrar periódicamente y, además, proteger a quienes más quieres en caso de fallecimiento.
El segundo consiste en un seguro que, en caso de que tengas deudas y fallezcas, se pueda cubrir liberando a tu familia de la responsabilidad de pago de cuotas pendientes.
Puedes consultar sobre ambos productos en la página oficial de Penta Vida www.pentavida.cl
De ahora en adelante, cuando escuches la palabra “seguro”, no solamente sabrás lo que significa, sino también la lógica que lo acompaña.